«Han sido treinta y dos años de mi vida en los que he amado mi trabajo en el bufete»

Entrevista a Queta Amengual, exgerente de Bufete Buades con más de tres décadas de trayectoria en la firma y recientemente jubilada

Corría el año 1986 cuando Queta Amengual entró por primera vez en Bufete Buades para colaborar con el despacho. Desde aquel momento «quién me iba a decir que ésta sería mi casa durante más de tres décadas», recuerda la que fuera su responsable financiera durante las últimas décadas. Para Amengual todo ese tiempo fue una experiencia vital muy importante: «Han sido treinta y dos años de mi vida en los que he amado mi trabajo. Mucho».

A mediados de los años ochenta Queta disfrutaba de un trabajo cómodo, estable y, según sus propias palabras, monótono en una administración pública. «Entonces un amigo común me comentó que en el bufete buscaban a alguien que les ayudara por las tardes. Me interesaba poder incrementar mis ingresos y dije que sí. Al cabo de un año -en 1987- me ofrecieron un contrato a tiempo completo y no me lo pensé. Eso no sentó demasiado bien en mi entorno familiar por aquello de la incertidumbre que conlleva dejar un puesto de trabajo estable y prácticamente de por vida, por uno desconocido y en el sector privado, pero yo ya había tomado esta decisión, lo tenía claro», se sincera la mallorquina. Estar motivado en el trabajo y vivir con esa tensión profesional necesaria que te ayuda a revolver problemas y a afrontar los retos que se te plantean, supone un dulce demasiado goloso como para no llevárselo a la boca. «Aprendí mucho, me impliqué de lleno en el trabajo y mantuve desde el primer minuto una relación muy estrecha con Joan y Teresa. Me gustaba ir a trabajar cada día y eso mi familia lo percibió enseguida y pronto olvidaron sus miedos por haber dejado mi anterior trabajo», recuerda perfectamente Queta que tampoco olvida que coincidió por entonces con Antonio Tugores, con quien hizo «muy buenas migas», que apenas hacía quince días que había ingresado en la firma.

Entonces llegó uno de los puntos de inflexión en su vida con la llegada al mundo de su primera hija, como así relata la propia protagonista: «Mi anterior empresa me ofreció la posibilidad de regresar para compaginar mi maternidad con el trabajo y lo tuve que plantear en el bufete porque no quería que mis obligaciones como madre fueran una carga para ellos. Entonces me dijeron que ni hablar, que querían que me quedara y me ofrecieron la media jornada para que pudiera compaginarlo con mi vida personal. Fue entonces cuando me convencí de que eran gente válida, real y sobre todo, me gustaban. Decidí rechazar la oferta anterior y quedarme con ellos».

Todo aquello ocurrió cuando las oficinas de Bufete Buades estaban ubicadas en la calle Sant Miquel de Palma. En los años noventa llegó el cambio de sede a Jaume III y con él el crecimiento del despacho y la incorporación progresiva de nuevos integrantes a los equipos jurídico y de gestión. Tras el crecimiento llegó la consolidación del bufete durante la primera década de este siglo y con ella el gran cambio profesional de Queta Amengual en la empresa. «Teresa iba a dejar de asumir las tareas financieras del despacho y Joan me propuso que me responsabilizara de la gerencia. No sabía nada sobre gestionar la parte financiera de una empresa, ni tampoco de las responsabilidades que conlleva una gerencia, pero me encantó la propuesta y, si bien me dio miedo, la acepté con toda la ilusión que pude. Me dediqué en cuerpo y alma a formarme para entender y aprender la materia de mi nuevo trabajo, conocer la terminología y aprender conceptos para poder desarrollar la que fue mi nueva tarea sin dificultad, para poder responder positivamente y poder devolver así la confianza que habían depositado en mí», detalla la ex gerente de Bufete Buades.

Cuando le preguntamos con qué se queda de todos estos años, más de treinta, vinculada profesionalmente a la firma, Queta no lo duda ni por un instante: «En lo personal, no puedo olvidarme del amor y respeto tan grande que sentía mi padre por Teresa y Joan; les estaba tan agradecido por la oportunidad que me habían dado… Si tengo que quedarme con un reto, el más grande de ellos fue tener que aprender desde cero todo lo relacionado con los números y la contabilidad del bufete, sin duda alguna. Y si hay un recuerdo general que me viene a la cabeza cuando pienso en Bufete Buades, y que no cambio por nada, es todo lo relativo al compañerismo que creo que ha empapado mi larga trayectoria en el bufete. Mis compañeros han sido y siguen siendo para mí, amigos, muy, muy buenos amigos. Y también, por supuesto, me quedo con lo bien que me he llevado con la mayoría de clientes que aún hoy en día, cuando coincidimos en la calle, se paran a saludarme. Este es mi resumen de lo mejor que me llevo de mis treinta y dos años en el despacho».